Panorama político bonaerense: Todavía, casi todo puede ocurrir

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Por Andrés Lavaselli (*) A una semana exacta de la presentación de las listas para las PASO del 9 de agosto, el escenario devuelve una imagen singular: dos de las principales fuerzas en disputa, el oficialista Frente para la Victoria y el massismo, no tienen confirmados sus candidatos para competir en la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más importante del país, lo que anticipa un cierre que puede entregar más de un sorpresa.

Con cuatro candidaturas nominalmente en pie, las de Aníbal Fernández, Julián Domínguez, Fernando Espinoza y Sergio Berni, el FpV se agitó en torno a un tema único: la posibilidad de que finalmente la Casa Rosada imponga una nueva ola de “baños de humildad” que deje solamente una lista en competencia, unificación que ya está decidida para las nóminas legislativas, nacional y provinciales, mientras que en algunas intendencias habrá internas, ya que no listas colectoras.

anibalLos rumores de unificación, con origen en el kirchnerismo nacional, indicaron que Domínguez finalmente será el elegido para representar al oficialismo y tuvieron una consecuencia previsible: terminaron de agriar una relación con Fernández que ya venía tensa y provocaron una dura réplica del jefe de Gabinete, quien desde una pantalla de TV oficialista prácticamente acusó al diputado de “operar” en su contra. Cautos, Berni no dijo nada y Espinoza se limitó a anunciar que sigue.

Esas reacciones muestran en principio cuáles son los candidatos que disputan en poder real en el oficialismo provincial. También, tal vez, un efecto indirecto de la decisión de Sergio Massa de seguir adelante con su postulación nacional: si realmente el renovador llega a agosto en esa posición, en provincia podría repetirse una polarización potenciada por la disputa nacional, que haga ingresar en el menú de opciones razonables una unificación en el oficialismo.

Más acá de la aritmética electoral, otras dos versiones recorrieron los pasillos del peronismo: una indica que la posibilidad de unificar en la provincia en favor de Domínguez, un dirigente de histórica cercanía con la Iglesia, tomó fuerza justo cuando la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, llegó del Vaticano. La otra, habla de la cercanía de Fernández a Scioli, una proximidad que, con el jefe de Gabinete candidato, puede tornarse inconveniente para Florencio Randazzo.

A ese cóctel, compuesto por algunos ingredientes de imposible comprobación, hay que sumar la eventualidad de que un dirigente K puro, el secretario general de la presidencia, Eduardo “Wado” De Pedro, complete uno de los binomios. La idea, que venía germinando desde hace tiempo, se robusteció a partir del rol central que tuvo el camporista en el retorno de intendentes massistas al oficialismo.

Así las cosas, el panorama luce inusualmente abierto y es probable que se mantenga así hasta el sábado próximo a la medianoche: solo la Presidenta tiene el poder necesario para operar con éxito una nueva depuración (tal vez, en el caso de Espinoza a través de Scioli). Y a la conocida preferencia de Cristina Fernández por estirar hasta el límite las incógnitas, esta vez hay que sumar la posibilidad de que la oposición mueva algunas fichas a último momento.

Mientras tanto, el oficialismo se entretendrá con otra cuestión: la posibilidad de que Máximo Kirchner sea candidato. Si eso ocurre, la lógica indica que lo sea a diputado nacional bonaerense, por dos motivos esenciales. Primero, porque si integra un binomio presidencial sería casi lo mismo que si su madre optara por uno de los candidatos. Y segundo, porque la alta imagen negativa que le atribuyen la mayoría de los encuestadores se disimula mejor en una lista larga.

Por lo demás, algunas incertidumbres se van despejando, sobre todo por la negativa: a la confirmación de que no habrá listas colectoras en los municipios (un pedido que, junto con la unificación de la lista de gobernador comparten la mayoría de los intendentes), se suma el hecho de que los alcaldes retornados al oficialismo desde el FR deberán ir a internas y que los legisladores provinciales que les responden no tendrán opción de renovar sus bancas.

Más Incógnitas

Del otro lado, el massismo es también un mar de dudas. Pero aquí la situación es inversa: los candidatos no sobran, faltan. Es que la salida de Francisco de Narváez, último eslabón de una cadena de fugas que dejó al Frente Renovador sin candidato competitivo en lo que fue su bastión electoral, se suma la negativa de Felipe Solá a volver a ocupar ese lugar, bajo un argumento bastante previsible: “no tiene mucho sentido” hacerlo.

Así las cosas, Sergio Massa postergó hasta el martes un plenario en el que se iba a discutir si alguien quiere competir con Mónica López. O si, como parece más lógico, hay una forma unificada, ya que, amén de que no se avizora tampoco un candidato que represente a José Manuel De La Sota en tierra bonaerense, no parece ese espacio en posición de jugar una interna que casi nadie parece dispuesto a protagonizar.

Esa demora, claro, se da contra un telón de fondo significativo: las conversaciones entre el massismo y el macrismo para integrar a algunos dirigentes renovadores a las listas de Cambiemos, en un esquema que eventualmente podría sacar al propio Massa de la cancha nacional. Solo la expiración de los plazos legales permitirá descartar del todo esa opción. Por eso, hasta ese momento también el esquema de la oposición será provisorio.

(*) Editor de la Agencia DIB. Diario Extra

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